El término "problema" está íntimamente asociado con las matemáticas y hay quienes señalan que hacer matemáticas es, esencialmente, resolver problemas. Matemática forma parte del plan de estudios escolar pero existe la sensación que es una materia difícil de aprender generando temor y rechazo. La forma de enseñanza, sobre todo en secundaria, ha contribuido con esta sensación. Parece que la enseñanza de las matemáticas resulta en sí mismo un problema, sin embargo como tal es factible de resolverse, en las siguientes líneas damos algunas propuestas de solución.
La matemática es considerada un área
importante en la educación básica ya que posibilita desarrollar capacidades fundamentales
para desenvolverse en la vida. Como área curricular comprende desde los tres hasta
los 16 años pero su estudio puede continuar en la educación superior. Su enseñanza
pasa por distintos actores y con ello cambia sus enfoques, objetivos y
metodología. Siendo
consideradas importantes y útiles para todos, estudiar matemáticas despierta
interés solo en una parte de los estudiantes. El interés y la utilidad son,
entre otros, factores intervinientes en la formación de actitudes. Las actitudes
son adquiridas y, en matemáticas, son en gran medida el resultado de la
experiencia académica. El enfoque del curso se convierte en un elemento
principal de predisposición.
La forma como se
trabaje en lo cognitivo, emocional y afectivo puede explicar el rechazo o
atracción por las matemáticas.
Existe
la idea de que matemática es una materia difícil. Las personas consideran casi “normal”
no dominarlas. Para muchos pensar en matemáticas es pensar en símbolos, fórmulas,
ecuaciones y procedimientos que involucran hallar el valor de algo que,
generalmente, no se sabe para qué o por qué. Memorizar fórmulas y exagerar en procedimientos
algebraicos aleja el gusto por
las matemáticas. Trabajar ejercicios rutinarios descontextualizados no permite
darles su real valor, es más, limitan el tiempo para un aprendizaje más
completo e inclusivo para captar a los menos hábiles. La cantidad de contenidos
matemáticos y lo algebraico de los “ejercicios tipos” llevan al uso del método
expositivo en las clases. Se cae en la enseñanza tradicional el docente
resuelve ejercicios tipo, el estudiante escucha, anota y luego resuelve una
batería de ejercicios. Se considera que cuantos más ejercicios resuelvan mayor
nivel matemático se alcanzará. Sin embargo y lo más preocupante, es
que ello no significa necesariamente aprender matemática y menos saberlas
aplicar en distintas situaciones de la vida. Esta forma de enseñanza trabaja
capacidades del nivel inferior descuidando
el diálogo, análisis, argumentación y descubrimiento que son fundamentales en
el aprendizaje. Como mencionó Harald Helfgott, matemático peruano reconocido por demostrar la conjetura débil de de Goldbach, las matemáticas requieren de ponerse en contacto con otros estudiantes "si uno aprende solo, puede pasar mucho tiempo en cuestiones de poca importancia; se aprende más rápido discutiendo".
La
aceptación social de lo dificultoso de las matemáticas puede deberse a la forma
en que ellas se aprendieron. Es difícil cambiar el modo de ver las
matemáticas en una sociedad que no la concibe de otra forma. En tanto se enseñen matemáticas que despierte poco interés y trabaje
pocas capacidades siempre habrá estudiantes con problemas en matemáticas. Existe una diferencia entre
las matemáticas enseñadas en las aulas con aquella presente en las prácticas
sociales de la comunidad. Construir y usar las matemáticas es uno de los
aprendizajes fundamentales del nuevo marco curricular. Lo principal es la
transferencia de conocimientos acumulados para resolver problemas reales a los
que se podrían enfrentar en un futuro. Adoptar el enfoque de unas matemáticas contextualizadas supone considerar
la resolución de problemas como centro de su enseñanza-aprendizaje. Para que los estudiantes usen y valoren las matemáticas se requiere proponer problemas de contexto (situación no resuelta pero que buscará resolverse) que conlleve un cambio en el modo de enseñar, aprender y evaluar. Y esto tiene incidencia en la actitud de los estudiantes ya que el enfoque del curso puede hacer cambiar la forma como se perciben las matemáticas.
Otra de las soluciones consistiría en permitir el uso de tecnología, consulta de fuentes diversas y el trabajo en equipo.
Resultaría paradójico
hablar de la importancia de la tecnología en la vida y no permitir su uso en la
solución de problemas reales. Las calculadoras, apps y softwares especializados
permiten tratar dinámicamente, distintos conceptos matemáticos que, sin su ayuda,
son de difícil comprensión. Aunque diversas instituciones mundiales lo recomiendan en el Perú aún hay resistencia en cuanto a incorporar la tecnología en las actividades de clase. Se teme que
su uso indiscriminado limite la adquisición de habilidades numéricas básicas, no obstante el tiempo que se gana posibilita concentrar el esfuerzo y atención en la comprensión de conceptos, formulación de hipótesis, elaboración de estrategias y discusión de argumentos favoreciendo el desarrollo de capacidades de nivel superior. Si la tendencia es resolver problemas contextualizados y siendo frecuente el uso de la tecnología en la vida cotidiana, es razonable usarla en nuestras clases. El reto para los docentes de matemáticas está en crear actividades que, progresivamente, integren estos recursos para lograr aprendizajes.
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